martes, 28 de octubre de 2014

Calavera de Albert Einstein


Calavera de Albert Einstein

viernes, 3 de octubre de 2014

La Chinche Violinista


La Chinche Violinista
Gilberto Barranco Lomes

         Paulina laboraba en un laboratorio donde estudian las chinches. La investigación que realizaba en ese tiempo era de suma importancia. Cómo erradicar a los parásitos que habitan dentro de las chinches. Y así entre microscopios, cajas de Petri y recipientes donde estaban diminutos seres vivos se la pasaba todo el día.

        Escalofríos, pavor y hasta repugnancia causaban las chinches a Paulina a principio de su doctorado más al analizarlas bajo el microscopio se fue acostumbrando a ellas como a los parásitos alojados en sus intestinos; pequeños organismos parecidos a gusanos. Conforme pasaba el tiempo, Paulina incluso sentía cierto afecto ya que al colocarlas frente a la lente microscópica, las trataba con sumo cuidado procurando no lastimarlas y pensando en darles una vida digna las alimentaba incluso con su propia sangre.

        Al estudiar a las chinches a Paulina le asombró que fueran unos organismos increíblemente resistentes y algo que también le llamaba la atención es que en esos seres así como en prácticamente todos los artrópodos e insectos las hembras fueran más grandes que los machos, a los cuales bien podía concebírseles como simples inseminadores.

       El doctorado consumía prácticamente todo el día y la semana  de Paulina, y es que hasta ese momento parecía no necesitar de otras actividades más sociales para divertirse y llevar una vida feliz, sin embargo le entusiasmaba que las personas la visitaran en su laboratorio y así ella tuviera la oportunidad de mostrarles lo que estaba investigando, por otra parte tampoco le gustaba estar todo el tiempo metida en el laboratorio, así que salía a la parte del centro de investigación donde estaban los animales para verlos y hablarles, siendo básicamente vacas, toros y borregos. Al mirarlos, Paulina sentía gran orgullo pues en gran parte gracias a su trabajo era que los animales gozaban de buena salud. Y aunque como ya se comentó, ella sentía cierto afecto por las chinches, su principal objetivo en el doctorado era erradicarlas en el mayor número o porcentaje posible, y como los resultados tenían que tener un impacto nacional, resultaba un tanto complicado por la gran variedad de chinches que había en todo el país.

       El problema más grave era con relación a las vacas enfermas pues si las personas consumían su carne sin estar bien cocida casi de inmediato tenían problemas digestivos, e incluso en el corazón como insuficiencia cardíaca y taquicardia. En el Instituto donde ella trabajaba habían experimentado con ciertos bioinsecticidas, sin embargo las chinches continuaban volviéndose resistentes o inmunes a los efectos de ese producto.

        Un día el Instituto de investigación donde trabajaba Paulina recibió la visita de un grupo de alumnos de preparatoria que iban de excursión con el fin de conocer precisamente un centro científico, y de ese modo entusiasmarse con la ciencia e incluso llegar a descubrir su vocación por la química, la biología u otras disciplinas necesarias para el país. A ellos los acompañaban un par de profesores y representantes del Consejo de Ciencia y Tecnología del Estado de Morelos (CCyTEM). De tal forma el grupo de visitantes fue recorriendo diversos laboratorios hasta que llegar a donde estaba Paulina. A ella casi enseguida le llamó mucho la atención uno de los representantes del CCyTEM llamado Gerardo, y a él ella también se le hizo de alguna manera atractiva e interesante, teniendo cierta predilección por las chicas vestidas de blanco como doctoras y enfermeras. De tal manera iniciaron de pronto una conversación, en la cual Gerardo le pidió su número telefónico y días después le llamó para invitarla a comer. Cabe señalar que ella casi no tenía tiempo de salir a divertirse, ni siquiera con amigas y menos con un novio, si acaso bebía con su mejor amiga únicamente los fines de semana unas cervezas en su departamento. Además de eso, Paulina no era una chica que se considerara a si misma atractiva o al menos no tanto como algunas de sus compañeras que ya habían tenido varios novios mientras que ella solo uno, por todo lo anterior se sintió muy emocionada con la invitación aceptándola casi de inmediato, inclusive le dijo que ella pasaba por él en su coche, el cual acababa de comprar con la beca de su doctorado. Paulina se sentía tan contenta que ahora hasta tarareaba canciones gruperas y de banda al realizar sus experimentos siendo que casi siempre escuchaba música en inglés o clásica, aunque también el pensar en Gerardo le ocasionaba que se distrajera y que entonces cometiera errores o descuidos en el laboratorio lo cual era muy peligroso por los parásitos con los que trabajaba.

      Al llegar el día de la cita, Paulina salió antes de la universidad para ir a su casa y maquillarse como pocas veces lo hacía, enseguida condujo hasta un restaurante de Sushi, en el que ya la esperaba Gerardo quien le invitó rollitos de muchos ingredientes, casi todos con aguacate. Allí estuvieron largo rato conversando, él le comentó que era licenciado en mercadotecnia pero le dijo que tenía su propio negocio de Network Marketing, y en el que comenzaba a irle muy bien, tanto que quizás pronto dejaría su trabajo en el CCyTEM para dedicarse por completo a ese otro trabajo que le ofrecía mayor libertad de tiempo. A Paulina le sorprendió mucho eso pues ella una vez intentó convencer a todas sus amistades pero no tuvo éxito en ese negocio con lo cual él le pareció una persona exitosa, además de muy simpática ya que todo el tiempo la hizo reír mucho. Por su parte a Gerardo le gustó como se veía Paulina maquillada, aunque el tono de su bilé fuera muy fuerte, sobrepasando ese detalle, su gentileza y forma de hablar. Al buscarla en Facebook ratificó además que era una chica tierna y además que no tenía novio. En medio de su plática salió a relucir que el pasatiempo favorito de Paulina en sus pocos ratos libres, era tocar el violín, eso a Gerardo le agradó mucho pues a él también le gustaba tocar ese instrumento, aunque le explicó que hacía poco tiempo se la habían robado, con ese pretexto a se le ocurrió pedirle a Paulina que lo invitara a su departamento donde interpretaría para ella canciones románticas. Eso a ella le emocionó mucho aunque le preocupó lo que fueran a opinar sus vecinos, no obstante tras titubear por varios minutos finalmente, consideró que no debía de importarle lo que opinaran los demás.

       De tal forma fueron a su departamento y ella fue la primera en tocar piezas de Mozart, Gerardo quedó de inmediato sorprendido ante la agilidad y la sensibilidad que ella demostraba, y tras unos aplausos ella le reveló que aprendió a tocar ese instrumento desde que era niña. Minutos después él interpretó un par de melodías de Tchaikovsky aunque sin sabérselas por completo, y fue así como mutuamente se deleitaron con un ambiente de romantice y virtuosismo, en el cual ella fue la que quedó más extasiada, sintiendo que a partir de ese momento ya estaba perdidamente enamorada de él. Enseguida sacó del refrigerador hielos y jugo de manzana para mezclarlo con la botella de whisky que Gerardo acababa de comprar en una tienda de autoservicio, y es que esa bebida se convirtió en una de sus preferidas, desde uno de los últimos cumpleaños de su mejor amiga, llamada Irlanda, con quien anteriormente compartía departamento. Gerardo sin embargo quería aprovechar al máximo el efecto relajante de esa bebida, el cual tardó poco tiempo en manifestarse.

         Al otro día Paulina amaneció con un poco de resaca, pero lo que la hizo sentir pésima fue darse cuenta de que estaba sola en su recámara, una hora antes de que despertara Gerardo ya se había marchado de su aposento. Paulina no podía explicarse por qué se había marchado sin despedirse de ella, con inmenso dolor sintió casi enseguida que sólo la había utilizado y todo su ser se resquebrajó en un llanto terrible, sintiéndose estúpida y abusada, era tanto su dolor que ese día se quedó todo el tiempo encerrada en su departamento. Al siguiente día fue lunes y aunque seguía sintiéndose muy mal fue a su laboratorio para seguir trabajando con las chinches, en el tiempo que ella se daba para comer aprovechó para llamar a la escuela donde Gerardo trabajaba pero la secretaría le dijo que hacía apenas tres días presentó su renuncia. Para Paulina fue como si le hubiera caído un balde de agua helada, y durante toda la semana se la pasó muy retraída y de mal humor con sus compañeros, además cometió varios descuidos en sus experimentos pues lo único que realmente le importaba es que Gerardo le llamara, siendo que era capaz de perdonarlo si le inventaba tan sólo una excusa. Sin embargo para su mala fortuna, por más veces que revisó su teléfono, jamás encontró saludo alguno de él y es que Gerardo casi no entraba a su Facebook, sólo a su Whatsapp, sin embargo el suyo le indicaba que tenía aproximadamente el mismo tiempo de no usarlo que de no hablar con ella. El único consuelo que encontró Paulina fue con su amiga Irlanda quien realizaba su doctorado en el Distrito Federal, vía Whatsapp y también con varias llamadas trató de consolarla, y levantarle el ánimo, sin embargo el estado en que se sentía Paulina cambió poco. Al llegar a su casa tomaba su violín y se ponía a interpretar las melodías más tristes que conocía hasta que llegó un punto en que ya no pudo tocar, sino únicamente escuchar la música en Spotify o Youtube y recostarse en su cama a llorar.

        De sentirse en la primavera de las cuatro estaciones de Vivaldi ahora se veía de repente en la estación más triste, el otoño o peor aún en el inframundo, y es que al sufrir tanto su consuelo fue de pronto quitarse la vida, tal remedio se apoderó de su mente una noche en la que nuevamente escuchaba música melancólica e incluso banda, ya que de repente fue a la cocina y allí tomó un cuchillo afilado para cortarse las venas, sin embargo en el preciso instante de rozar su muñeca izquierda con la sierra de ese instrumento, le entró el pánico y prefirió hacer algo menos riesgoso, así que entonces únicamente presionó la punta del cuchillo en varias partes de su mano y brazo y así tener primero el valor de sacarse un poco de sangre. De tal forma se picó varias veces sin traspasar su piel hasta que finalmente consiguió hacerse una pequeña herida en la palma de su mano de la cual brotó un poco de sangre, y tras soltar un pequeño grito comenzó de inmediato a chupar y a disfrutar de aquel liquido carmesí, segundos después logró percatarse de lo que estaba haciendo y se sintió muy extraña al no entender por qué acababa de hacer algo semejante. Se asustó mucho y entonces se colocó alcohol en la herida, olvidándose casi al instante de cortarse las venas.

       A la siguiente semana, Paulina continuó cometiendo ciertos errores inusuales en ella en sus experimentos, sin embargo parecía como si de algún modo hubiera superado su decepción amorosa, aunque en realidad ahora tenía un profundo rencor contra el sexo masculino, y se había prometido a sí misma que jamás volvería a creer en el amor. Sus compañeros simplemente la notaban muy retraída, y dejaban que hiciera lo suyo, tratando de alterar correctamente el ADN de las chinches, y así inhibir la síntesis de un componente esencial para su sobrevivencia. Paulina sin embargo cometió el mayor error de todos al quedarse una noche dormida en el laboratorio, y no cerrar apropiadamente una caja de Petri llena de chinches, había sucedido con anterioridad que un par de chinches “inofensivas” ya la habían mordido, esta vez sin embargo se trataban de muchas, un centenar aproximadamente, las cuales olfatearon su sangre y entonces se subieron en su cuerpo chupándole la sangre e infectando las heridas con su excremento.

       Paulina despertó a las seis y cuarto, y sintiéndose un tanto adolorida del cuello y de los hombros, descubrió que tenía manchas rojas en el cuerpo parecidas a las picaduras de mosquito, pues incluso la comezón era la misma. No obstante se sentía un tanto extraña, tenía hambre pues no había cenado en la noche así que salió del laboratorio para ir a desayunar las picaditas de tinga que tanto le gustaban, pero entonces descubrió que no le sabían buenas, o mejor dicho habían dejado de gustarle como si estuviera comiendo papel, y lo mismo le ocurrió con el atole, el cual para nada disfrutó como un día antes. Lo más extraño fue que al acercarse a la “doña de las picaditas” y a otras personas que ya habían llegado a la Universidad, de inmediato percibió un gran olor a sangre, la cual le pareció sumamente exquisita y necesaria como si se tratara de agua y ella se encontrara sedienta en el desierto.  Al oler a la “doña” y no precisamente su fragancia de imitación, prácticamente la boca se le hizo agua, pero entonces le pagó rápidamente y se fue corriendo sin terminarse el atole, ni recibir el cambio de su billete. Sintió de pronto que todo era una pesadilla, pero pellizcarse el brazo no le sirvió de nada. Casi al instante le fue insoportable la sed de sangre y antes de que llegaran sus compañeros se alejó de su facultad.

       Paulina intentó dirigirse a su departamento pero tenía tanta sed de sangre que se le ocurrió regresar a donde estaba el ganado y se quedó viendo por un instante a las vacas que como de costumbre mugían y comían pasto, y que veían a Paulina con cierta confianza al conocerla desde hacía un tiempo. No obstante ella ya no era la misma, y los rumiantes parecieron notarlo enseguida. Como si de un depredador se tratase, Paulina tenía la mirada perdida, reflejo de que había perdido por completo la razón, de su boca comenzó a escurrirle mucha saliva y enseguida le salió de la garganta un pico el cual se alargó rápidamente hasta alcanzar treinta centímetros de largo. Las vacas al verla comenzaron de inmediato a alebrestarse y a mugir muy fuerte tal y como si estuvieran frente al propio demonio.
Paulina convertida entonces en su enemigo, se acercó a una vaca un tanto distante de las demás que resultaba la más fácil morder, y entonces sin pensarlo brincó la cerca y se abalanzó sobre ella enterrando aquel pico de su boca en su carne y de inmediato a través de ese conducto comenzó a fluir sangre como si fuera una manguera que acabase de ser conectada a una llave. Las demás vacas parecían aterrorizadas al ver a su compañera ser víctima de un ser al que hasta hace poco les parecía familiar, pero que ahora las aterrorizaba con su aspecto y comportamiento monstruoso, por lo cual mugían con desesperación sin atreverse a defender a la ternera, ésta no obstante o murió, sólo se recostó en el suelo al sentirse debilitada y asustada, ya que Paulina le quitó más de dos litros de sangre en aproximadamente un minuto, una vez saciada su hambre desenterró aquel largo pico de la carne de la bestia, el cual regresó a su garganta como encogiéndose rápidamente, enseguida se brincó nuevamente la cerca y casi enseguida recuperó el juicio, al ocurrir eso sintió mucho asco de sí misma, viendo con horror como es que su estómago se veía muy inflamado al estar lleno de sangre, pareciéndose casi a una mujer embarazada. Ante ello lo único que pudo hacer fue frotarse la mano en sus labios e intentar vomitar pero no pudo sacar más que saliva. De tal forma decidió nuevamente irse a su casa. Camino a la parada del autobús se cubrió el estómago lo que más pudo con su blusa y caminó jorobada. Para su mala suerte a esa hora ingresaban todos los alumnos, por lo que aunque intentó escabullirse sin ser percibida, un par de estudiantes que la conocían, la vieron correr extrañamente.

     Paulina llegó a su departamento y lo primero que hizo fue verse en el espejo, recordando con cierta dificultad, como si hubiera estado borracha, que de la boca le salió un pico con el cual chupó sangre de la vaca. Abrió la boca lentamente con mucho temor ante lo que podía descubrir, y aunque a primera vista no tenía nada extraño en su garganta luego se dio cuenta que la tenía irritada y con sangre en su interior e incluso en su lengua y dientes. Al alejarse del espejo comenzó a darle sueño y no resistió las ganas de dormirse, deseando en lo más profundo de su ser, que al acostarse despertaría de una “pesadilla” en la que se encontraba sumergida.

      Al despertar sin embargo se dio cuenta que seguía en su recámara en vez del laboratorio aunque ahora era de noche siendo que había dormido más de doce horas, enseguida notó que el tamaño de su estómago había regresado a su normalidad, no obstante al tocarse el rostro sintió que algo más en ella había cambiado. De tal forma se dirigió al baño y al verse en el espejo descubrió con enorme sorpresa que su rostro se veía diferente, casi como el de otra persona, sólo que ahora su nariz era más afilada que antes, sus ojos parecían más grandes y el color de su iris ya no era café obscuro sino color miel, sus labios eran más carnosos y en general se veía más guapa que antes, por si fuera poco el tamaño de su pecho había aumentado al igual que el de su cadera e incluso le pareció que era más alta que antes dada su estatura de 1.60 m. Paulina entonces volvió a creer que estaba soñando, pero aunque se pellizco varias veces no logró aparecer en otra realidad. La estudiante de doctorado temió que nadie la reconociera o llamara demasiado la atención al verse distinta, con lo cual entonces no sabía si regresar al otro día a la universidad, luego sin embargo al suponer que como era noche de lunes, sus vecinos se encontrarían ocupados como para fijarse en ella, le dieron muchas ganas de salir a la calle a presumir su nuevo aspecto como si sintiera que acababa de salir de un cirugía sin haber pagado un solo centavo, y aunque jamás había planeado modificar alguna parte de su físico se sintió muy emocionada.