Noche
de Arreboles. Final 2
Gilberto Barranco Lomes
Una chica de diecisiete años llamada
Mariana se encuentra con sus amigos en un famoso lugar de Cuernavaca para
bailar, posee una figura curvilínea gracias al intenso ejercicio que realiza en
el gimnasio y en sus clases de baile, esa noche decidió ponerse una minifalda y
blusa escotada para precisamente presumir el fruto de ese esfuerzo y de paso
despertar la envidia de las mujeres.
Lleva media hora sentada y al ver que sus amigos pedían unos chilaquiles y agua
de sandía ella sólo pidió una piña colada, no lleva mucho dinero pero tiene la
certeza de que no pagará por lo que consuma en el resto de la noche pues ya
habrá alguien que le invite.
Mariana dirige discretamente su mirada a
cada mesa y no encuentra alguien que realmente le llame la atención, si bien
hay tipos guapos, le parecen un tanto comunes, nada fuera de lo normal. Después
de unos minutos se cansa de estar sentada y entonces le dice a una de sus
amigas que vayan al baño. Al ir hacia allá explora nuevamente si hay alguien
que esa noche la haga estremecer pero sólo se percata de que la mayoría de los
hombres la mira con lujuria imaginando quizás que ella es una mujer fácil que
le gusta provocar a los hombres, ese día además la mayoría de ellos son jóvenes
siendo que ella prefiere que por lo menos le lleven diez años pues le gusta que
sean maduros. Mariana se maquilla un poco más en el baño y al salir su suerte
cambia ya que justo cuando regresa a su mesa, aparece un grupo de amigos entre
los que se encuentra un hombre de saco, sin camisa y con sombrero de pachuco,
quien de inmediato llama su atención por su seguridad, e incluso la arrogancia
y frialdad que refleja su semblante, es de piel clara, incluso parece
extranjero, posee una complexión atlética destacando su estatura y sus brazos
musculosos, y por si fuera poco cuenta con rasgos afilados y una mirada
profunda y seductora. Se nota además que aquel ser parece ser es el líder de su
grupo por la forma en que sus compañeros se dirigen a él con lo que Mariana intuye
que es un profesor de baile aunque jamás había oído hablar de él.
Ella no es la única que ha quedado
cautivada por su presencia pues hay varias chicas que voltean a verlo cuando
pasa cerca de ellas. Mariana se siente afortunada cuando ve que el “profesor de
baile” y sus amigos escogen la mesa desocupada cerca de la suya, sin embargo él
parece no percatarse de ella y ni siquiera voltea a verla.
Mariana ya quiere que comience el baile y para su alivio después de más de una hora de estar a aquel lugar, al fin aparece un grupo musical llamado Peludo, conformado por cuatro integrantes los cuales hacen honor a su nombre al tener barba y bigote y mucho vello en los brazos. Mariana de pronto recibe una llamada de su mamá quien le pregunta cómo se encuentra y le pide que regrese a la casa a más tardar a las doce de la noche tal y como quedó con ella para darle su permiso. Es la primera vez que visita ese lugar y hasta ahora no le parece que sea peligroso. Antes sólo había ido a antros con sus amigas de la escuela y sólo bailaba reggeton, electrónica, banda y otros géneros del dominio popular. Sin embargo la rutina de siempre comenzó a aburrirle, y a molestarle estar con chicos borrachos que sólo querían sobrepasarse al momento del ponchis ponchis o el perreo. Después de esas experiencias una amiga la animó para que se inscribieran en unas clases de baile, a la mayoría le costaba trabajo dominar los pasos básico de la salsa en las primera clases, pero ella en definitiva tenía un talento innato para el baile. Con apenas un mes pasó del nivel uno al dos y después del segundo mes podía bailar con todos sus compañeros, incluso con los que más tiempo tenían y daban vueltas más complicadas.
Mariana ya quiere que comience el baile y para su alivio después de más de una hora de estar a aquel lugar, al fin aparece un grupo musical llamado Peludo, conformado por cuatro integrantes los cuales hacen honor a su nombre al tener barba y bigote y mucho vello en los brazos. Mariana de pronto recibe una llamada de su mamá quien le pregunta cómo se encuentra y le pide que regrese a la casa a más tardar a las doce de la noche tal y como quedó con ella para darle su permiso. Es la primera vez que visita ese lugar y hasta ahora no le parece que sea peligroso. Antes sólo había ido a antros con sus amigas de la escuela y sólo bailaba reggeton, electrónica, banda y otros géneros del dominio popular. Sin embargo la rutina de siempre comenzó a aburrirle, y a molestarle estar con chicos borrachos que sólo querían sobrepasarse al momento del ponchis ponchis o el perreo. Después de esas experiencias una amiga la animó para que se inscribieran en unas clases de baile, a la mayoría le costaba trabajo dominar los pasos básico de la salsa en las primera clases, pero ella en definitiva tenía un talento innato para el baile. Con apenas un mes pasó del nivel uno al dos y después del segundo mes podía bailar con todos sus compañeros, incluso con los que más tiempo tenían y daban vueltas más complicadas.
El grupo Peludo empieza tocando una
cumbia con la que la gente empieza a bailar aunque no es el caso del bailarín
de saco a quien parece no gustarle ese ritmo, o al menos eso supone Mariana
quien se muere por bailar con él, él sin embargo no voltea a verla, y ni
siquiera parece haberse percatado de su presencia. Mariana entonces decide
bailar aunque sea con alguno de sus compañeros de clase que la acompañan en ese
momento, y para su buena suerte quien mejor baila de su grupo se levanta y acerca su mano a la
suya.
Mariana comienza a bailar y sus
movimientos se sincronizan de inmediato con el ritmo de las percusiones y del
acordeón; su compañero llamado Gerardo comienza enseguida a hacerle todas las
vueltas que se sabe, pero ella entonces se queja de que la marea y le suelta la
mano para bailar sola. De cualquier modo su prioridad es que el “maestro” la
vea y se enamore de ella; así que cuando está una de las canciones con más
ritmo, y en pleno climax comienza a dar vueltas en su propio eje meneando sus
caderas con toda la sensualidad que le es posible dejando a su compañero y a
varios hombres boquiabiertos.
Manolo
como le llaman sus acompañantes, no es la excepción, observando detenidamente
cada uno de sus movimientos y desde luego lo que se mueve. Primero sus glúteos
y luego del otro lado, es capaz de determinar cuántos centímetros miden estas
partes de su cuerpo, así como su cintura. De arriba abajo las medidas son ochenta
y nueve, cincuenta y nueve y noventa y cincuenta centímetros, por si fuera poco
tiene un rostro angelical con lo que en definitiva le parece la chica más
encantadora esa noche. Su única duda es que tan deliciosa sabrá su sangre, la
cual le dan ganas de probar esa noche, aun cuando antes de salir de casa bebió de una bolsa que tenía en
su refrigerador.
El popurrí del grupo Peludo se prolonga
por más de diez minutos en los que Mariana provoca que algunas mujeres la
llamen “zorra”, mientras que varios se preguntan cómo es que baila con alguien
como Gerardo, a quien a su vez no le gusta estar mucho tiempo separado de su
compañera y entonces vuelve a tomarla de la mano y le da más vueltas tratando
de lucirse al máximo pero que también ella siga mostrando sus atributos. Llega
un momento en que Manolo piensa ponerse de pie, pero decide no romper su
promesa de no bailar cumbia, ya que para él es un género inferior a la salsa y debe
cuidar su imagen delante de tanta gente.
Luego de terminado el popurrí, Mariana y
Gerardo regresan a sus lugares, a lo que ella mira al misterioso bailarín y por
fin hacen contacto visual. Siente que en su mirada hay algo que la hechiza pero
no puede describirlo, simplemente su corazón late con más fuerza y al pasar muy
cerca de Manolo, éste casi puede oler su líquido carmesí.
El grupo Peludo se presenta y anuncia
que ahora tocará salsa. El primer tema comienza con un ritmo lento pero luego
se vuelve bastante movido. La gente se emociona y son varios los que se paran a
bailar, comenzando por los “maestros” y bailarines más experimentados. Gerardo
le pide nuevamente la mano a Mariana, pero ella luego de su “calentamiento”, le
dice que la deje descansar, mientras toma un poco de agua de sandía que sus
amigos pidieron cuando los veían bailar. Espera que el misterioso bailarín se
acerque a ella y la haga muy feliz.
Sin embargo eso tiene que esperar pues
una de las chicas sentadas en la mesa de Manolo casi se aferra a él y entonces
no tiene más remedio que bailar con ella. Mariana se pasa el coraje bebiendo el
agua de sandía pero siente impotencia al ver como Manolo se aleja de ella
tomando de la mano a una mujer que le parece inferior a ella, ve su vestido y determina
que tiene muy mal gusto y se maquilla como una cualquiera. Un instante después
voltea hacia donde está el grupo Peludo percatándose que uno de ellos la mira
fijamente, ella se voltea aunque casi enseguida vuelve la cabeza por un instante
pues viéndolo bien es un chico apuesto, quizás el más “galán” de los cuatro, y
es quien toca las maracas. Este personaje se llama Fernando y además de ser músico
aficionado es un gran bailador. No sería la primera vez que dejara las maracas
por la compañía de una bella dama así que aunque se molesten sus compañeros se
baja de la tarima y estira su brazo hacia Mariana para sacarla a bailar, ella se
sorprende pero él la invita con mucha seguridad casi hincándosele, además sus
amigos intervienen animándola a bailar con él, así que finalmente accede pues no
quiere permanecer sentada pensando que prefirieron a otra.
Al
encontrarse en la pista de baile, que de hecho es parte del zócalo, Mariana de
inmediato siente una extraña sensación al tocar las manos velludas de Fernando
pero luego no le interesa ese detalle pues comienza a darle vueltas elegantes,
quizás lo único que después le critica es que por ciertos momentos un tanto
prolongados la deja sola mientras él baila libremente luciendo movimientos
salvajes que hacen ver que la música prácticamente se apodera de su cuerpo, el
cual se convierte en un vehículo para rendir tributo o venerar al propio ritmo.
No obstante al salir de esa especie de trance regresa con Mariana tomándole las
manos para que sienta su cuerpo atlético, en especial su pecho el cual también
acerca al de ella, y al darse media vuelta le demuestra lo bien que mueve la
cadera acercando sus glúteos pronunciados a su vientre con lo que logra ponerla
muy nerviosa. A pesar de eso, Mariana se distrae algunas veces al mirar a
Manuel quien todavía cerca de ella se está luciendo con movimientos súper rápidos
y limpios, aunque ella no es la única en mirarlo, a Fernando no le cae nada
bien, y presiente que esa noche tendrá problemas con él. Viceversa Manuel
recuerda que Fernando pertenece a una banda enemiga de la suya, siendo que el
odio entre ambas viene incluso de generaciones atrás siendo ya un asunto
legendario. Fernando definitivamente tendrá que advertirles a sus hermanos que
esa noche hay un “sangrón” como ellos los denominan, sin embargo no piensa
dejar de bailar con Mariana hasta que la música se detenga, siendo entonces la
primera de las dos intervenciones que conforman su presentación de esa noche.
Al observar a su hermano el grupo
Peludo toca las canciones más sensuales y movidas y entonces Mariana
corresponde mostrando ahora sí toda su sensualidad y conocimientos de baile,
Fernando se emociona mucho al sentir que ahora sí están conectados y lo que más
lo satisface es hacerla pasar un buen rato lo cual supone por su gran sonrisa,
para ir todavía más allá, decide mostrarse más atrevido con ella aunque ahora
es mucho más complicado, pues Mariana lo hipnotiza con una sonrisa y una mirada
que lo hacen prácticamente salivar, por si fuera poco jovencita de apenas diecisiete
años hace explotar sus caderas haciendo que Fernando se sienta ahora la presa y
no el victimario de esa chica quien le demuestra ser una bailarina sumamente vivaz
pues no se equivoca en ninguna de las vueltas que le aplica. Llega un instante
en que Fernando se emociona tanto que al gustarle mucho su perfume no puede
evitar olfatearla casi como un perro rastreador a una bolsa con droga. Mariana se
queda estupefacta y se siente tan incómoda que decide ya no seguir bailando.
Fernando le implora y casi se hinca para que lo perdone pero ella se niega
rotundamente y él entonces no tiene otro remedio que acompañarla a su mesa.
Para su alivio la música termina casi enseguida y entonces cabizbajo regresa
con sus hermanos quienes le preguntan de inmediato qué ocurrió con la chica. Él
no tiene de otra que explicarles su error, creyendo que ella exageró en
molestarse tanto. Sus hermanos primero se burlan pero después le dan consejos
de cómo pedirle perdón para que vuelva a bailar. Fernando se siente un poco
mejor mientras bebe una cerveza y enseguida recuerda algo muy importante, que esa
noche hay un “sangrón”. Todos los “Peludos” se ponen alerta e incluso sacan un crucifijo
de entre su equipaje y consiguen un ajo en el restaurante por si se enfrentan a
él. El medio tiempo tarda unos quince minutos los cuales son eternos para
Fernando quien desea cuanto antes volver a darle muchas vueltas a Mariana y
sentir su cuerpo. Lo que le preocupa es que baile con alguien más, sobre todo
con el “sangrón”. En esa larga espera no despega sus ojos de ella y entonces
casi ve cumplir su peor sospecha al descubrir que ella precisamente lo mira a
“él” constantemente y viceversa. A pesar del error cometido por Fernando,
Mariana no puede negar que disfrutó mucho bailar con él, sin embargo eso no le
quita las ganas de conocer al tipo que considera más atractivo esa noche;
mientras come espagueti a la boloñesa Manuel la mira con profundo deseo
fascinándole como sorbe algunos fideos que quedan colgados de su boca, ella a
su vez mira como si fuera algo de otro mundo la forma en que él saborea una
hamburguesa extra grande, resultándole muy sexy como entierra sus dientes en
tanta carne, y lo que le parece estupendo es que no beba alcohol, sino
únicamente sangría.
Cuando está a punto de comenzar la
segunda y última actuación del grupo “Peludo”, Fernando se acerca a Mariana
para pedirle nuevamente perdón ella sin embargo finge seguir muy molesta con lo
que apenas voltea a verlo de reojo y le reclama que la dejó en ridículo
haciendo que se rieran de ella, todo esto para desaparecer sus esperanzas de
volver a bailar con ella al menos esa noche y entonces quedar ahora si libre
para la persona que más desea. De tal forma Fernando le dice a sus hermanos que
interpreten las canciones menos sensuales como es “Juanito Alimaña” y “El gran
Barón”, ellos no obstante no pueden quedar mal con todo su público sólo por su
capricho, con lo que le responden que tratarán de tocar canciones lentas para
que “El Sangrón” no se luzca tanto. A los pocos segundos comienza la canción de
Juanito Alimaña y Mariana entonces implora a Dios que ahora si nadie se
interponga entre Manuel y ella, sin embargo cuando ya todos están bailando
aunque sea sentados, sintiéndose sumergida en el agua aguantando la
respiración, él aún seguía comiendo papas fritas y platicando con sus amigos,
con lo que Mariana no pudo controlarse más, jadeando fuertemente y torciendo la
quijada; incluso comenzó a enterrarse las uñas en el rostro, siendo que nadie
se acerca a ella por timidez, para su buena suerte antes de hacerse una
cicatriz o sacarse sangre, Manuel a quien no le gusta esa canción, no tiene
otro remedio que hacer a un lado su orgullo para acercarse a su adorable
“víctima”. Mariana se pone de pie de inmediato y al estar frente a frente tomados
la mano, él la pega casi a su pecho y acerca mucho sus labios a los de ella
aunque casi más a su cuello, distinguiendo ahora sí el olor de su sangre, y por
consiguiente descubriendo que era muy sabrosa, pues tenía muchos glóbulos
rojos. Cuando ella está a punto de besarlo, Manuel la deja con las ganas
alejándose de ella y comienza a bailar solo, entonces mueve los pies al ritmo
exacto de la canción, Mariana lo imita y entonces los dos muestran su destreza
en el baile haciendo pasos de rutina. Después viene un cambio de canción que es
mucho más rápida pero no por eso dejan de moverse al ritmo de la música, y más
allá de eso imitan el sonido de las percusiones como si fueran sus propios pies
los que crearan el sonido al hacer contacto con el piso. Al volver a tomar las
manos de Mariana quiso lucirse aún más y entonces sonriéndole como si fuera su
cómplice, le dijo prepárate y entonces la pasó de bajo de sus piernas varias
veces de un lado a otro hasta que Mariana quedó definitivamente del otro lado dándole
la espalda. Manuel después se pega en el pecho como si fuera un gorila y movió los
brazos como chacos enredando y desenredando varias veces los brazos de ella. Era
tal su espectáculo que los propios maestros dejaron de bailar para observarlos,
Prácticamente sólo podía encontrarse a bailarines de esa talla en un campeonato
mundial, y parecía que en realidad estaban en una competición de ese tipo haciendo
una coreografía. Manuel enseguida la carga horizontalmente a la altura de los
hombros y la avienta a casi tres metros de altura haciéndola girar al mismo
tiempo, y cuando cae la vuelve a pasar debajo de sus piernas, y la pone de
cabeza. Hasta ese instante nadie sospechaba que Manuel fuera un vampiro, sino
sólo un bailarín extraordinario él sin embargo quiso ir aún más allá, y
entonces decidió valerse de su fuerza sobrehumana para aventarla a cinco metros
de altura y luego atraparla como Superman. Entre esos movimientos especiales y
otros más, Fernando ya le había dado hasta diez vueltas seguidas a Mariana y en
total más de doscientas durante tres canciones, llegando a la conclusión de que
Mariana era la única humana a la que en sus cuarenta años como bailarín no había
podido marear con tantas vueltas. Fernando quien en ese momento toca las
maracas con gran enojo al verlos bailar, llega un momento en que se irrita
tanto que se baja del escenario con la intención de agredir a Manuel. Sin
embargo casi enseguida de hacer eso, se va la luz y por consecuencia también la
música. La gente empieza a chiflar y varios se paran de sus lugares para
retirarse sin pagar la cuenta. La gente de seguridad trata de impedirlo pero la
situación se les escapa de las manos. Lo peor ocurre cuando se escuchan tres disparos
seguidos y entonces se genera un tremendo caos. Toda la gente sale corriendo
con gran desesperación, llegando incluso a ser pisoteadas al caer en el piso,
mientras que los mayores de edad sufren crisis nerviosas hasta desmayarse. Segundos
después uno de los empleados descubre que bajaron los breakers y entonces los vuelve a subir. Al iluminarse de nuevo el
restaurante queda al descubierto una terrible tragedia, uno de los disparos acertó
nada menos que en el pecho de Mariana quien se desangra fatídicamente sin
parecer que haya ninguna esperanza de que sobreviva. Otro disparo acertó en
Manuel pero a él dada su naturaleza no le pasó nada, siendo que únicamente una
bala no acertó en ninguna persona.
Manuel ve con desesperación como
desfallece su nueva pareja de baile, abrazándola para que no caiga al piso, y por
otra parte al mirar hacia enfrente descubre que aproximadamente a diez metros
de distancia, se encuentra una chica de cabello largo y mirada profunda, a
quien enseguida reconoce como una ex novia, a la cual no quiso extraerle la sangre
o convertirla en vampiro, no obstante le fue varias veces infiel, hasta que
ella se alejó de él para siempre. En una fracción de segundo a Manuel sospecha que
ella pudo ser quien disparó pero en ese momento lo único que le importa es
impedir que Mariana fallezca, por lo tanto se le ocurre algo más aunque eso
represente que revele su identidad de vampiro. Así, sin pensarlo dos veces
abre la quijada mostrando sus afilados colmillos los cuales entierra en el
cuello de su enamorada para convertirla en vampiro. Fernando se exalta tanto al
ver eso que grita enloquecidamente transformándose en un lobo gigante, no
obstante sus hermanos logran detenerlo para que no cometa una locura. Respecto
a la situación de Mariana vale la pena señalar que ella era una gran fanática
de libros y películas de vampiros, al grado en que creía posible que existiera
algún vampiro bien parecido para que fuera su novio, y la mordieran para que
también se convirtiera en una “chupa sangre”, y así viviera feliz por toda la eternidad.
La gente que está a su alrededor se
horroriza con el espectáculo mientras que Manuel al probar su sangre, siente un
deseo inmenso de beber hasta dejar sus venas y su corazón totalmente vacíos del
líquido carmesí, no obstante una amiga de Mariana se atreve a acercarse a él y le
pega con su bolsa para que la deja. Manuel entonces reacciona e incluso deja
caer a su amada en el piso. Una de las personas más sorprendidas es la propia
ex novia, llamada Cristina, quien nunca supo que fuera un vampiro, casi
desmayándose cuando lo ve con la boca escurriendo sangre. Casi enseguida
aparecen en la escena unos policías quienes al ver a Manuel y al lobo gigante, desenfundan
sus pistolas sin saber a quién disparar primero. El licántropo muestra su dentadura
como un perro rabioso a punto de atacar, sin embargo sus hermanos le ordenan
que se escape cuanto antes para no ser descubierto y mucho menos acribillado a
balazos. Los obedece y Manuel decide hacer lo mismo pero entonces ocurre algo
inesperado, el cuerpo de Mariana comienza a sacudirse en el piso como si
tuviera un ataque de epilepsia, llamando así la atención de todos los
presentes, incluidos los gendarmes, segundos después su cuerpo se queda quieto
y enseguida se pone en cuclillas hasta incorporarse por completo. Luego sin
razón aparente comienza a carcajearse, como un estallido de inmensa alegría. La
chica de diecisiete años a continuación toma a Manuel de las manos y le grita
al grupo Peludo que otra vez toquen con sus instrumentos. Las demás personas
que aun permanecen en el restaurante o cerca de él no pueden creer lo que están
mirando, mientras los músicos al ver los ojos rojos de Mariana reconocen de
inmediato que se ha convertido en una vampira, por lo que oponerse a su orden representaría
meterse en un gran problema pues tendrían que enfrentarse a una vampira nueva y
por lo tanto muy fuerte y dispuesta a todo, y seguramente también a su pareja
de baile que la ayudaría en caso de ser necesario. Él al ver los ojos de ella como
si fueran dos cráteres en erupción, sintió una inmensa alegría y luego se le
ocurrió pedir una canción muy rápida llamada Agua Nilé de Marc Anthony.
Para quienes se pregunten cuál es el
poder o habilidad que surgió en Mariana al haberse convertida en una chupa
sangre, con aquella canción Mariana dejó a todos boquiabiertos al poder girar
tan rápido y con tanta fuerza como un tornado, llegando incluso a mover el
techo de lámina del restaurante así como el de negocios cercanos, luego además
por si fuera poco al llevar sus poderes al máximo provocó un viento tan fuerte
que alejó las nubes obscuras que estaban a punto de descargar una gran tormenta
en el centro de Cuernavaca. Al presenciar aquello la gente rompió el silencio
como si se tratara de un milagro, ovacionando a la bailarina quien no obstante también
podía provocar lo contrario, arruinando cualquier bailable o celebración
social.
Fin
Noche de arreboles por Gilberto Barranco Lomes se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.
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