viernes, 11 de diciembre de 2015

sábado, 18 de abril de 2015

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miércoles, 11 de marzo de 2015

Biohackers Capítulo 1 Parte 1


Biohackers

Capítulo I

      En una noche cálida y despejada, una plataforma de metal situada misteriosamente entre un pasto seco, se activó en repetidas ocasiones para que importantes personalidades de la tecnología, la política y la religión de distintos países, tuvieran acceso a las instalaciones de una corporación de biotecnología llamada Nanoblue.

    A diez metros bajo la meseta de Decán en Karnataka, India, cuatro cómodos sillones de piel ubicados en la recepción resultaron insuficientes para los distinguidos invitados quienes fueron atendidos por edecanes de rasgos afilados, labios carnosos y ojos expresivos. En un elegante salón había una gran mesa rectangular, que decorada de forma sugestiva, sería horas más tarde el punto de encuentro para una noche de celebración.

    Diversos experimentos y proyectos, muchos de ellos controvertidos para la comunidad científica internacional, se encontraban en desarrollo desde hacía varios años bajo este piso y en el resto del edificio. El acontecimiento que estaba a punto de ocurrir en el nivel más cercano a la superficie provocaba que más de un científico se desenvolviera con intranquilidad, y no era para menos si ese día era la culminación de un gran esfuerzo, posible gracias a una aplicación realizadas del lenguaje de programación para bioingeniería más avanzado hasta la fecha. Por capricho de su desarrollador se llamaba Maya tal y como la cultura prehispánica que habitó el estado de Yucatán en México. Lo tenían instalado los ordenadores del último piso y de acceso más restringido, justo por debajo del área destinada a los proyectos de biotecnología.

     Su creador había sido un temible programador llamado Leonardo Stocker, su nariz grande y párpados caídos se volvieron mundialmente famosos al desaparecer por un tiempo a Fakebook, la red social más importante en el planeta. Como la mayoría de sus delitos los cometió en Mexico, fue sentenciado a pasar años, sin acceso a ninguna computadora, en la prisión de máxima seguridad de Almoholoya 2. Además de casi eliminar a Fakebook, por parecerle que controlaba el mundo entero, era culpable de afectar los sistemas informáticos de las corporaciones más importantes del mundo. Su capacidad para desarrollar el primer lenguaje de bioprogramación fue descubierto por el misterioso y reconocido doctor Jacob Moore, director de Nanoblue, quien optó por sacar ilegalmente al hacker de la cárcel y obligarlo a desarrollar el lenguaje Maya, con el cual deseaba crear seres posthumanos, incluído su primer hijo.

    El día que se había previsto el nacimiento de dicha criatura, Leonardo se situaba a un par de metros de un moderno quirófano que había sido construido en el complejo subterráneo; si el recién nacido resultaba conforme a lo programado con el lenguaje Maya, Moore le perdonaría los enormes daños financieros que le ocasionó en el pasado transfiriendo dinero de sus cuentas bancarias, pero si por el contrario tenía algún defecto, lo asesinaría lenta y brutalmente.

       El quirófano era similar a una sala de interrogatorios ya que contaba con un cristal polarizado, así como con bocinas para que Jacob y Leonardo Stocker pudieran presenciar el alumbramiento. Cerca de ellos había una puerta para restringir el acceso al quirófano, detrás de ésta estaban los invitados que pertenecían a una sociedad llamada el grupo Raeliano, quienes apoyaban el transhumanismo al extremo, financiando la creación de una raza superior o de androides que remplazaran a los humanos en ciertas tareas.

     En ese momento Leonardo estaba preocupado por el éxito del plan que desarrolló con ayuda de Jack Smith, su único amigo en Nanoblue, un tipo gracioso que estudió ingeniería electrónica en la Universidad de Massachusets, y que tras graduarse entró al área de mantenimiento en distintas plantas y reactores con energías alternativas. Tras acumular varios años de experiencia, Nanoblue le hizo una atractiva oferta de trabajo y así se fue a vivir a la India para integrarse a un equipo a cargo de la supervisión y control de suministro de energía en el complejo subterráneo. A pesar de que a los pocos días con este empleo comenzó a extrañar todo lo que había en la superficie, especialmente la comida típica hindú, decidió soportar los tres años que duraba su contrato con tal de recibir una pensión que le permitiría vivir cómodamente el resto de su vida, a cambio de no revelar absolutamente nada de la corporación.

    La amistad entre Leonardo y Jack inició cuando se conocieron durante una fiesta organizada por los altos administrativos de NANOBLUE para entretener a sus empleados en una de las pocas veces que se les permitía salir a la superficie. En ese año, la fiesta se celebró en una lujosa mansión deshabitada en la playa de Varkala en el estado de Kerala, y se contrataron a numerosas bailarinas exóticas para deleitar a los científicos e ingenieros, quienes en su mayoría fueron incapaces de intimar con ellas aunque hubo quienes si se liberaron de todo el estrés que les ocasionaba el trabajo. Tras algunas  rondas de cerveza, Jack sacó a relucir su talento musical con un simulador de bandas musicales y Leonardo comenzó a reírse de cualquier chiste y después a bailar Salsa Electrónica. Transcurrido el tiempo, el programador y el ingeniero en electrónica, comenzaron a platicar de temas variados acariciando la piel tersa de dos bailarinas indias, y después, el exceso de alcohol hizo que contaran anécdotas imaginarias y comenzaran a balbucear. Ya casi de madrugada, Jack y Leonardo caminaron tambaleándose hasta unas piedras artificiales en forma de asientos situadas bajo un árbol; en ese lugar, Stocker se atrevió a revelar a su nuevo amigo, sus sentimientos en contra de Jacob Moore y los polémicos proyectos tecnológicos en los que estaba metido, así como información ultra secreta de lo que él realizaba en el piso de mayor profundidad en el complejo subterráneo. Jack quedó profundamente consternado y casi de inmediato se confabuló con Leonardo para detener a al director de Nanoblue y su peligrosa obsesión por dominar al mundo.

       Al día siguiente, cuando los dos tenían la mañana libre para recuperarse de la fiesta, comenzaron a buscar datos relevantes para desarrollar un plan que les permitiera acabar con las operaciones del laboratorio secreto, esperando que la tarea del primer lenguaje de bioprogramación, encabezada precisamente por Stocker fuera completada y aplicable a la manipulación genética del embrión implantado en la esposa de Jacob Moore, llamada Jennifer García. Algo con lo que Jack no estaba de acuerdo, fue aceptar que el hijo de Moore sobreviviera, pues según las palabras del propio Stocker, la criatura podría tener habilidades psíquicas que de ser utilizadas para el mal, lo convertirían en un peligro para la humanidad. Cuando el primogénito de Jacob era apenas un embrión, Jack le advirtió a Stocker que si él no se atrevía, él mismo sería capaz de asesinar a ese monstruo, como él lo llamaba, de una forma rápida que afectara a Jennifer en lo menos posible. Leonardo sin embargo se negó rotundamente, pues lo que al principio percibió como un proyecto despiadado, tras algunos años, cambió a uno grandioso, en lo que utilizó al máximo su talento, junto al de muchos otros científicos e ingenieros seleccionados cuidadosamente por el Dr. Moore en diferentes partes del mundo. Jack se daba cuenta de que las ansias de su camarada por que aquella criatura naciera, aumentaba día a día, conforme éste y un grupo de científicos programaban sus miles de genes para dotarlo de poderes sobrenaturales. El único consuelo que Leonardo dio a Jack fue que él educaría a la criatura para que se convirtiera en una persona de bien que no lastimara a nadie y que además se encargaría de que nadie lo percibiera como a un mutante y por lo tanto no fuera víctima de discriminación.

     Al llegar la hora cero, Jack Smith comenzó a prepararse emocionalmente para convertirse en uno de los mayores genocidas en la historia de la India, sabía que el área de suministro de energía donde él trabajaba era la piedra angular de todo y por lo tanto debía ser el primero en actuar. Justo en el instante en que Leonardo estaba al lado de Jacob esperando su mensaje para ejecutar el plan, Jack se encontraba en un pequeño departamento situado en el subnivel tres, a la esperando los resultados de un exhaustivo análisis sobre el funcionamiento de la energía en el edificio, mientras tanto se divertía armando y desarmando su rugby de 64 cubos, bebía una lata de mezcal con frutas y observaba de un lado a otro su pequeño hábitat delimitado por un espacio no mayor a veinte metros cuadrados, en éste se fabricaban nanodispositivos y chips de implantación subcutánea, y además se almacenaba y suministraba la energía en todo el complejo. A pesar de que podía andar en ese lugar con los ojos cerrados, la nostalgia que le provocaba pensar que serían sus últimos instantes ahí, hacía que se fijara de nuevo en los aparatos electrónicos que lo rodeaban como si fuera la primera vez que los veía.

     Al mimo tiempo contempló sobre su escritorio fotografías en las que aparecía con amigos y una ex pareja, así como otra donde estaba al lado de su máximo ídolo del Cricket, Kevin Pietersen. El análisis terminó y dirigió su mirada de nuevo a las pantallas; los resultados mostraban algo realmente malo para el complejo pero excelente para sus planes. Tal como se lo propuso, todos los procesos que activó simultáneamente, ocasionaron un exceso de energía en varios de los superconductores, trayendo como consecuencia la aparición de un número elevado de cortocircuitos en ese nivel.

     Faltando escasos minutos para que la planta en la que se encontraba colapsara y enseguida todo el complejo, Jack bebió la última gota de mezcal y tomó el celular para escribir un mensaje a Leonardo, pero al estar a punto de enviarlo se dio cuenta de que su compañero Daniel quien había estado dormitando a ratos, reaccionó súbitamente como si hubiera visto un fantasma.
    ¿Qué diablos estás haciendo?
    ¿Qué te pasa?— respondió Jack cerrando desesperadamente varias ventanas de sus monitores— ¿Por qué gritas? — envió enseguida el mensaje a Stocker.
    ¿No ves que hay una sobrecarga en la zona A, B Y C de este nivel? Se supone que tú y Wilson habían ido el día de ayer a supervisar que todo estuviera bien.
Mientras trataba de inventar algo para justificarse, Jack fingió estar afligido, aunque le fue imposible que en sus labios no se asomara un poco de la enorme alegría porque su plan pareciera funcionar.
— ¡Los dos son unos idiotas! — Insultó Daniel a sus compañeros — Si no hacemos algo pronto, el complejo puede hacer explosión.
    ¡Carajo! No es para tanto ¡Tranquilízate!...— pronunció Jack cerrando sus puños en los hombros de su compañero. — Ahora mismo voy a despertar a los otros para que solucionemos este problema.
Daniel regresó a su lugar rápidamente para ver si había algún cambio importante en lo que señalaba un monitor tridimensional.
    ¡Todos deben escapar de este jodido complejo! — exclamó Daniel de forma casi instintiva al darse cuenta de que el riesgo de una explosión aumentaba de forma exponencial.
Al ver que Jack reaccionaba a la misma velocidad que un procesador de los años noventas, Daniel decidió activar la alarma, pero antes de que pudiera hacerlo, cayó al suelo con un sonido seco, Jack le disparó con una pistola eléctrica que guardó en su pantalón, misma que él fabricó, al igual que otra que le dio a Leonardo Stocker para atacar a Jacob Moore, en ambas podía establecerse distintos niveles de voltaje para sólo dejar inconsciente a una persona o incluso asesinarla, dependiendo también del tiempo que durara siendo electrocutada.
Jack pensó que se le había pasado la mano al ver el cuerpo inmóvil de su compañero, pero casi enseguida pudo sentir su pulso aunque fuera débil.
    Lo siento pero no tenía otra opción… — susurró Jack de cuclillas junto a Daniel y enseguida vio el crucifijo colgado de su cuello — Ojalá puedas salvarte.

Jack iba a activar la alarma, pero sólo hasta que se encontrara con sus amigos sobre la plataforma elevadora, y Moore yaciera muerto; estaba consciente de que por el poco tiempo que habría después de que tal cosa pasara, serían unos cuantos quienes podrían salvar sus vidas.