viernes, 26 de febrero de 2010
El nudo del desnudo
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Cuando Paco ya no pudo soportar sólo contemplar a Susana al tomar clases juntos, le regaló unos chocolates en San Valentín. Sirvió para decirle cuánto le gustaba, obteniendo como recompensa que la otra semana bailaran muy sensualmente en un antro.
Un día, cuando casi llevaban dos meses de novios, a Susana se le ocurrió proponerle a Paco que fueran a divertirse a una playa nudista. Eso le causó una emoción tremenda aunque también un miedo terrible de exhibir su cuerpo.
— ¿Por qué quieres que vayamos a una playa nudista? — preguntó Paco con voz baja cuando los dos se retiraban de su escuela.
— Tuve un sueño donde los dos teníamos sexo increíble y todos se nos quedaban viendo con la baba de fuera — Susana esperó la reacción de Paco con una radiante sonrisa y enseguida estalló en una carcajada que se oyó lejos — Estoy bromeando, pero qué, ¿no te parece la idea?
Paco trató de que su razonamiento no se viera anulado por el sexo sin embargo la mirada y el abrazo de su novia le hicieron tener una erección casi instantánea.
— Sólo di sí o no — preguntó ella recordándole qué comieron por su aliento.
— ¿Pero ya la otra semana? Deja que me ponga en forma, ¿no?
— Para mí, estás bien. Digo, sólo tienes tu pancita pero qué, los demás no importan, ¿o sí?
A Paco se le formó un nudo en la garganta y sintió que tanta presión lo haría desmayarse. Para su suerte, Susana dejó de seducirlo con su tacto y sus ojos color miel.
— ¿No podríamos estar mejor nosotros dos solos en una habitación?
— No, ya te dije lo que quiero, además no es sexo, ¿eh?
Paco sintió angustia de no llevar a Susana de la mano mientras caminaban en la banqueta, volteando a verla pensó que lo de desnudarse era un desafío que ella ponía a su autoestima. Pasaron unos segundos para que dijera que sí y enseguida se arrepintiera.
Al siguiente día comenzó a correr, se rasuró todo el vello púbico pero frente al espejo siguió encontrándose poco atractivo.
Cuando Paco volvió a ver a Susana, ya se había repetido cientos de veces que ella no se había enamorado de él por su físico, sino porque le resultaba muy interesante. Notándolo muy avergonzado, Susana fue la primera en desvestirse; apenas se quitó la blusa estampada él quedó pasmado; sus manos podían rodear perfectamente cada uno de sus pechos, sus pantalones de mezclilla no influían en nada en que sus glúteos estuvieran perfectamente erguidos.
Tratando de mantener su atención sólo en ella, Paco se resistió a mirar a otras mujeres atractivas mientras Susana lo hacía caminar cientos de metros sobre la arena. La joven tras unos minutos alzó la mano para saludar a sus familiares. Cerca de una palmera y varias piedras estaban casi todos sus tíos y primos. Paco conoció al papá de Susana, Tomás Turbación, un fotógrafo de nudismos masivos que vivía en Acapulco.
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